Sin embargo hace un rato un suceso extraño y puntual ha venido a perturbar la aparente tranquilidad de estos últimos días. Parece como si la razón hubiese perdido momentaneamente el control de la situación. Según el viejo mito platónico del auriga, la razón es el cochero de un carro movido por caballos díscolos y desbocados, las pasiones. Quizás la única manera de dominar los caballos es empezar por tener claro cual es el destino del viaje; y luego aplicar todas nuestras fuerzas y recursos en conducir el carro hacia esa meta.
La elección de metas es una de las más delicadas operaciones de la inteligencia. Todos tenemos un proyecto inevitable y inevitablemente difuso: queremos ser felices. Lo que muchas veces no sabemos ver es mediante qué proyectos podemos concretar esa aspiración difusa. A lo largo de nuestra vida la elección de metas atraviesa tres erapas: la etapa de la fantasía, la etapa de los ensayos y la etapa realista. Esta última señala la madurez, pero ¿cómo alcanzarla?
Toda decisión se basa en una visión. Sin embargo casi nunca llegamos a tener dicha visión completamente definida de manera que la elección sea fácil y evidente. No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos. A veces me imagino dicha visión como un puzzle en el que siempre faltan algunas piezas. Me resulta práctico en dichas situaciones imaginarme como son las piezas que faltan. Evidentemente uno se las imagina siguiendo su intuición y sus deseos, influyendo de manera tendenciosa en la visión final que se obtiene una vez completado el puzzle. Así pues una vez completada la visión me resulta más facil decidir y elegir mis metas. Luego a medida que avanzo y evalúo el desarrollo de los acontecimientos voy modificando o concretando esas piezas imaginarías, adaptándolas a la realidad. Quizás esa sea la parte mas dura, ya que en ocasiones los resultados no se adaptan a lo imaginado inicialmente, lo cual provoca que deba replantearse la elección realizada inicialmente.
Sin embargo....... ¿por qué no dejar que los caballos se desboquen de vez en cuando? Quizás sea ese exceso de racionalidad el que nos arrastra inevitablemente hacia el convencionalismo. El dominio racional de las pasiones nos aporta seguridad, pero no creo que la seguridad sea una condición suficiente para alcanzar la felicidad. Me resisto a abandonar la fantasía y el ensayo. ¿Será que aún no he alcanzado la madurez? ¿O más bien se trata de que estoy convencido que áun me queda mucho por vivir, y quiero hacerlo aún a costa de arriesgar mi seguridad o confort? ¿Qué mal hay en sufrir algún dolor de vez en cuando si es a cambio vivir plenamente?
Mañana será otro día. Espero que cada uno de nosotros encuentre su camino. Y ojalá dichos caminos se encuentren en algún lugar.
1 Comments:
El juego de las pasiones es un juego peligroso y emocionante. Sin embargo no es un juego eterno, tiene un principio y un final; y el final es a veces doloroso.
El deseo tiene que ver con algo que no posees. En cuanto lo alcanzas desaparece.
El amor es un sentimiento, y el sentimiento una representación de un cambio que se produce en nuestro cuerpo o en nuestra mente, una idea que representa en si una emoción.
Y las emociones son la base de nuestra inteligencia, la singularidad de los seres humanos.
Por tanto las emociones son la base de la pasión, el deseo y el amor.
Y la imaginación es el fuego que alimenta las emociones. Solo la imaginación puede hacer crecer y perdurar el deseo, la pasión....y el amor.
Publicar un comentario
<< Home